ESTADO CONTRA MERCADO
Ya lo decía Santa Teresa en tiempo revueltos no hagamos mudanza. En esta confusión originada por la gran crisis, todos quieren cambiar los términos: refundar el capitalismo, fuera los neoliberales, Estado contra Mercado, Keynes por la puerta grande (Jordi Sevilla dixit), ultraliberalismo, neoestatismo, etc. En definitiva, que las cabezas no andan bien, sobre todo la de los políticos, que no sabiendo gobernar se dedican a especular, y a los mejor creen que pueden acertar; lo que de verdad deberían pensar que a los que hay que ir a no más sino mejor Estado, y no menos, sino mejor mercado. Ya no vale decir a los críticos que el mercado es cruel; que el capitalismo es salvaje; el mercado es la selva. Como dice el profesor Rodriguez Braun, que sin salir del salón de tu casa, basta con ver documentales por televisión, en la selva no hay capitalismo.
En un libro di Tremonti, ministro de economía italiano, que ha hecho escuela: el mito del siglo XXI, el mito de la economía que lo es todo, que lo sabe todo, que lo hace todo; el mito de la economía dominador absoluto de nuestra existencia, matriz exclusiva de todo los saberes y de todo los valores; el mito en el que, sobre todo en Europa, muchos han creído en estos últimos años, que en realidad nos han hurtado un trozo de vida y de historia, y después ha fallado en el plano innovador y progresivo de ingeniería social global convertido en el motor principal de las finanzas. Tremonti intenta la sustancial equitación entre globalización y aquello que él llama “mercatismo”. El “mercatismo” en rigor deberá representar la ideología del mercado, una especie de férrea jaula en la cual las unicas variables significativas serían los precios y la cantidad demandada y la oferta. No existen los valores, no existe la política, no existe la práctica de la virtud. Por tanto no existe el hombre, sino su caricatura, el homo economicus. Un mercado así concebido sería no solo inhumado, simplemente no sería.
El mercado es siempre un medio, nunca un fin. La economía social de mercado se estructura en tres puntos: impedir al poder político ser fuente arbitraria de poder; suprimir toda estructura monopolística; y hacer prevalecer en todo caso la libertad y la libre concurrencia. En la encíclica de Centesimus Annus se encuentra las condiciones de un sistema político y económico, en su párrafo 42 se dice: si por “capitalismo” se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta es ciertamente positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de “economía de empresa”, “economía de mercado”, o simplemente de “economía libre”. Pero si por “capitalismo” se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religiosos, entonces la respuesta es absolutamente negativa.
Se dice que no fue posible prever los riesgos de las finanzas globales y sus consecuencias, es verdad, sin embargo que las previsiones de estos riesgos tienen una explicación de carácter moral; las finanzas han querido imponer su autonomía moral con los resultados por todos conocidos. Era imposible, y así lo indica Ettore Gotti, que ya hace treinta años que era prevista la imposibilidad de asegurar el desarrollo económico sostenible con un crecimiento demográfico igual a cero; se decía que era lógico y ético proponer la ilusión de un desarrollo fundado solamente en el crecimiento individual de los consumidores; se decía que era lógico y ético transformar a un pueblo de ahorradores en un pueblo de consumidores endeudados; se aceptaba como muy ético, aunque no muy lógico, permitir a todos de tener una casa, aunque no fuese posible permitírselo económicamente. Este modelo es un clásico ejemplo de un fin bueno: la casa para todos, pero perseguido con medios malos, o sea, con una estructura financiera insostenible. ¿Cuál será el costo de este déficit ético? Consumiremos menos y ahorraremos menos; en realidad viviremos más pobres, aceptaremos más estatismo y se nos dirá: “El Estado, al rescate del capitalismo”. El modelo de capitalismo inconsistente de los últimos años ha dado vida a una utopía económica que, a su vez, ha causado graves degeneraciones. El valor del individuo ha sido valorado sobre cuanto pudiese ganar, gastar y consumir. Para curar a la economía y generar nueva confianza es necesaria antes que otra cosa superar el déficit de lógica y de ética que ha faltado estos últimos años.
Los mercados, como manifiesta el profesor Rodriguez Braun, florecen donde lo que impera es la libertad, la justicia, la seguridad personal, la protección de los derechos y la garantía del cumplimiento de los contratos. No es casualidad que allí donde reina la libertad económica suele reinar también la política, y donde los poderosos eliminaron la libertad de mercado también suprimieron las demás libertades. Para Lenin, el Estado era una cocina con cucaracha y ratones; para Niestzche, el Estado es el monstruo más frío de todos los monstruos fríos y mienten fríamente; para los anarquistas, el Estado envilece, asusta, mata; para los liberales, el estado es el bolsillo roto del pueblo. Para amar la libertad y la tolerancia no es preciso destruir la verdad. No hay mercado sin un orden, el del Estado de Derecho.
Agustín Villanueva
Profesor de Deontología Periodística y Comunicación
2008 / 12 / 19
8 comentarios
JESUS RUIZ -
Juan J. Sanchez -
Un abrazo.
Juan José
Ramon Sancho -
Francisco D.Mateu -
No hay nada más reconfortante que llegar a casa tras una agotadora jornada de trabajo y poder tomar un momento de relax para consultar el correo. Y por supuesto, disfrutar de artículos como "Estado contra Mercado".
Naturalmente, lo leí y lo disfruté, quedando pendiente la respuesta por estrictas cuestiones de tiempo. Espero seguir recibiendo nuevos.
En primer lugar, el artículo acierta de pleno en los males que sostienen el poder del Estado, en su tarea de domesticar y encauzar al mercado con criterios políticos que todo lo envilecen. Desde la moneda, hasta los valores. Es la fatal arrogancia del Estado, que ya conocemos.
Ayer se celebró el Pleno de control del Senado, y pudimos asistir a un esperpento perpetrado por algunos senadores socialistas y comunistas.
Hablaban sin ningún tipo de reparo de "incentivar el consumo" e "incrementar el gasto público" para anticipar el final de la crisis.
Nada más lejos de la realidad. Lo que realmente pretenden los senadores keynesianos y neomarxistas es reforzar el poder del Estado y atacar al mercado. En ese momento recordé su artículo, con gran nitidez.
Cuando el Estado acude, como bien señalaba en su artículo, "al rescate del capitalismo", las primeras víctimas son la libertad y el mercado.
Espero de corazón que el Partido Popular opte, en lo sucesivo, por minimizar la pesada estructura del Estado, en vez de incrementar la presión tributaria.
Como Vd. decía en sus clases, que sólo nuestra novia (o nuestra
esposa) meta la mano en nuestros bolsillos.
Un abrazo Profesor.
Juan R. Cuadrado -
Un fuerte abrazo,
JuanRamón Cuadrado
Jose Tormo -
Gracias por el artículo.
José Tormo
Jose Joaquin Belda -
Saludos José Joaquín
Guillermo Dupuy -
Un abrazo,
Guillermo
Guillermo Dupuy López
Jefe de administración
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