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Agustín Villanueva

UN NUEVO LIBERALISMO

                                         UN NUEVO LIBERALISMO

 

    La Vicepresidenta del Reino de España, esta sentando cátedra en Latinoamérica, a través de importantes parlamentos en distintos países. Después de las “ordenes” a la justicia, ahora nos deleita sobre un nuevo concepto del liberalismo. En la “maravillosa” capital Brasilia, construida después de arrasar todo lo que se encontraba de por medio, nos dice que la culpa del cambio climático la tiene la concepción “depredadora” del neoliberalismo económico imperante durante las últimas décadas, “una base construida sobre el individualismo extremo (debe ser mucho mejor el colectivismo extremo), el egoísmo y la irresponsabilidad elevadas a la categoría de virtudes sociales económicas; el liberalismo para la Vice tiene “una mirada insaciable a la que el planeta le parece insignificante”.

    Liberalismo, cara ministra del Reino de España (como dice el anuncio: mi casa es la republica independiente) quiere decir capitalismo y mercado y nada más. Liberalismo quiere decir libertad económica y política, propiedad privada e imperio de la ley. Como manifiesta Hayek, hay una trinidad inseparable de la civilización: la legalidad, la libertad y la propiedad; y esos son los pilares que sostienen la filosofía liberal. El presidente del Reino de España, ZP, al principio de su mandato también hablaba de liberalismo. Por eso Vargas Llosa decía que hoy todos somos liberales, pues. Lo que equivale a: nadie es liberal. A lo mejor la Vice nos quiere hablar de un liberalismo aristocrático, de un liberalismo extremo, de un liberalismo de caviar o de un liberalismo malgré lui. La liberad es toda ausencia de coacción (hasta con los 400 euros, utilizan la coacción) arbitraria o de obstáculos para la acción que permite gozar pacíficamente de la independencia privada; ningún poder humano dictará la conducta de un hombre libre No me hable de “ayudas”, hábleme de crear trabajo; eso es lo social. Para amar la libertad y la tolerancia no es preciso destruir la verdad.

    Un autor liberal diría  que el liberalismo se halla tan lejos del intervencionismo de marchamo progresista como del conservadurismo. El primero reprocha al liberalismo clásico ser una filosofía política conservadora en cuanto se opone a una filosofía de la historia que considera al Estado como el realizador de la idea de progreso. El segundo reprocha al liberalismo, especialmente a sus posiciones individualistas y antiestatalistas, el haber fomentado el proceso de decadencia y disolución de la comunidad política llamada Estado. El fin del orden político es la libertad: para el verdadero liberal, la libertad es siempre un fin, nunca  un medio. La política es filosofía en acción. La conducta ética exige coherencia con los propios principios. No se puede tener un gobierno, como bien decía en un brillante artículo el profesor Asencio, en que pretende prohibirlo todo. Eso si, hasta quiere prohibir la creación de empleo. El mejor criterio para juzgar si un país es realmente libre es el grado de seguridad de que gozan las minorías.

    El profesor Ralf Dahrendorf manifestaba que la democracia es una forma de vida, y que hay dos condiciones fundamentales de la misma y que forman parte del núcleo más propio del orden liberal: la sociedad civil (¿Dónde está, donde se encuentra?) y el imperio de la ley. La sociedad civil es la sociedad de las asociaciones, de las agrupaciones libres de personas. Los vínculos creados por las asociaciones constituyen el mundo de la vida; su existencia hace que el estado, la política, no sea lo único realmente importantes; si la democracia carece de la sociedad civil, o no tiene raigambre o se le exige demasiadas cosas.

    El imperio de la ley, es otro de los presupuestos del orden liberal, y su complejidad no es menor que la de la sociedad civil. Donde falla la democracia, la rule of law representa una retaguardia absolutamente indispensable. El Estado nacional y la democracia parlamentaria de corte clásico sigue siendo la columna vertebral del orden de la libertad. Si no hay confianza, el mejor sistema jurídico no sirve de nada; pero el mundo anómico no fomenta precisamente la confianza. Como en un reciente artículo manifestaba el profesor Neira, España no ha tenido nunca una democracia real, sino un régimen parlamentario, que es muy distinto. Polibio advertía: el nombre más bello de todos es la  libertad y democracia, pero la denominación de la realidad será lo peor, la demagogia.

    En la Tentación Liberal, el articulista del ABC Miguel Porta Perales manifestaba que volver al mundo real significa afirmar la libertad, los derechos fundamentales, la dignidad del ser humano, la democracia, la igualdad de oportunidades. Pero también significa aceptar y afirmar la autoridad, la seguridad, la ley y el orden, el individualismo, la economía de mercado, la propiedad privada, la gestión de los intereses, el egoísmo, el afán de lucro, un cierto grado de desigualdad. Es nada bueno creerse que uno es el centro del mundo y que todo sucede por indicación suya.

 

                                                     Agustin Villanueva

                                                     Profesor Honorífico de Economía Aplicada UMH

                                                               2010 / 02 / 09

                                                            

 

 

 

 

5 comentarios

Victoria Rodriguez -

Muy bueno¡…………………….

Un abrazo

Victoria

Carmen galipienso -

Te devuelvo el abrazo y aprovecho para darte la enhorabuena por tu artículo. ¿Cuándo nos vemos? Un beso

Jose Maria Gomez Gras -

Enhorabuena, Agustín, por tu productividad.

Y, como bien sabes, también nosotros te recordamos.

Un abrazo,

José María

Rafael Llorens -


Amigo Agustín:



Fenomenal!! De lo mejor que te he leído. Quizás porque has dado con una de mis “debilidades”: la vice o como yo prefiero llamarla “Miss Atapuerca”.

Jesús -

Excelente reflexión señor Agustín.
Estoy totalmente de acuerdo con la tesis del profesor Neira de que en España no existe una democracia real. Ese hombre fue capaz de defender la libertad de una mujer sin saber que podía perder su vida en el empeño. Llevado este suceso a la concepción partitocrática de libertad, la coacción se adueña de las correas del poder pues los aparatos de los partidos, han superado ya la barrera de conquistar el poder político y van enfilando hacia el objetivo de convertir nuestros corazones y mentes en simples despojos de carnicería que se venden al peso de una buena ración de votos. Ese poder ya degenerado no es capaz de guiar la democracia real esa que preserva tanto la libertad individual como la colectividad de libertades individualidades. Poder convertido en capacidad para hacer todo aquello posible, no lo debido que es totalmente opuesto. Desde aquí mi apoyo a esas profesiones idealistas que lo dan todo, incluso la seguridad propia, por el mismo precio todos los meses y no me refiero a las organizaciones humanitarias que esa es otra historia. Como bien dice usted, la libertad no se anuncia desde un atril ni se esboza en el discurso moldeado para la ocasión. Allá cada cual con sus decisiones. Si los hay que prefieren vender su libertad por una pizca de seguridad -que al final se convertirá en sometimiento luego, pierden hasta la seguridad- no estamos es la dirección adecuada pues mas parece que deriva todo a la democracia del acertijo en los telediarios de las tres.