NASCITURUS O MORTITURUS
NASCITURUS O MORTITURUS
Ave, MIEMBRA, cui morituri te salutant. La ministra Aído ve “irresponsable” que no se haya reformado antes la ley del aborto. Ministra en que año fijamos “la irresponsabilidad de mantener durante tantos años una ley que establece claras inseguridades jurídicas, pocas garantías a mujeres y profesionales”, “la irresponsabilidad es dar la espalda a un problema evidente con una ley que ha presentado lagunas y problemas perfectamente conocidos y que son muchos”. Ponemos 35, 40… años, no sigamos a ver si nos toca. Es tal el desconocimiento de la miembra sobre lo que se trae entre manos, que ante una pregunta sobre el inicio de la vida humana responde: “No vamos a entrar en cuestiones religiosas”.
La regla áurea y el sentido de la justicia es para el profesor Martin Rhonheimer la siguiente: admitido que el no nacido es una persona humana con derecho a la vida, legalizar el aborto significa favorecer, con el apoyo de la autoridad estatal y de la entera sociedad, el debilitamiento del sentido de la justicia. Nos veremos obligados a considerar como no contraria al más elemental sentido de la justicia, la postura de violar el bien de los otros – aquel mismo bien que, si fuera nuestro, quisiéramos en cambio que fuese respetado por los otros- solamente porque de la otra parte no tenemos nada que temer: ni él, ni ningún otro perteneciente a la “clase” de los todavía no nacidos, podrá jamás hacernos pagar nuestra injusticia. Ninguno de nosotros consideraría como benefactor a quien hubiese decidido truncar, en un determinado momento, nuestra vida naciente. Si llegásemos a saber de alguno que, en un determinado tiempo, hubiera perpetrado un intento semejante – en cualquier caso fallido- estaríamos más bien impulsados a acusarlo de homicidio frustrado ante un tribunal.
La cultura de la muerte, esta en marcha nuevamente y con nuevos plazos para aquellas personas que aún no han podido ver la luz, se caracteriza por una nueva combinación, sumamente peligrosa, entre la protección de la vida y la amenaza para la vida. “La cultura de la muerte”, no es una cultura de la muerte tanto porque se mate cuanto porque el hombre se erige en cierto modo en juez y señor sobre la vida y la muerte. Enmanuel y David Agustín, tranquilos que vuestra responsabilidad frente a la vida ha empezado hace cinco meses allí donde surge la vida humana, en la intimidad de la unión corporal entre Alfonso y Lili.
La vida, cara amica, al mismo tiempo que es un don es una responsabilidad: recibida como un talento, hay que hacerla fructificar. Hagamos historia, en la Didaché se expresa del siguiente modo, no matarás con el aborto al fruto del seno y no harás perecer al niño ya nacido. Atenágoras hace notar que los cristianos consideran homicidas a las mujeres que toman medicinas para abortar; condena a quienes matan a los hijos, incluidos los que viven todavía en el seno de la madre. Tertuliano afirma que es un homicidio anticipado el impedir el nacimiento; poco importa que se suprima la vida ya nacida o que se haga desaparecer al nacer, es ya un hombre aquel que está en camino de serlo. Santo Tomás enseña que el aborto es un pecado grave, contrario a la ley natural. El martes día 17 de marzo 2009, una serie de profesores, investigadores, Académicos e intelectuales han firmado un manifiesto en defensa de la vida en su etapa inicial, embrionaria y fetal y rechazan su instrumentalización al servicio de lucrativos intereses económicos ó ideológicos.
Tanto apelar a los derechos humanos supongo cara amica, que el primer derecho de una persona es su vida. Por tanto no pertenece a la sociedad ni a la autoridad pública, sea cual fuere su forma, reconocer este derecho a uno y no reconocerlo a otros: toda discriminación es inicua, ya se funde sobre la raza, ya sobre el sexo, el color o la religión. No es el reconocimiento por parte de otros lo que constituye este derecho, es algo anterior; exige ser reconocido y es absolutamente injusto rechazarlo. El respeto a la vida humana, así se expone en la declaración sobre el aborto, se impone desde que comienza el proceso de la generación.
Desde el momento de la fecundación, como le pasó usted ministra y a mi mismo, del óvulo, queda inaugurada una vida que no es ni la del padre ni de la madre, sino la de un nuevo ser humano (mis twuins, latían al día siguiente de la fecundación y tenían su ADN) que se desarrolla por sí mismo. No llegará a ser nunca humano si no lo es ya entonces. El feto no se va desarrollando hasta convertirse en hombre, sino que se desarrolla como hombre. Y, también, no se va desarrollando hasta convertirse en persona, sino que se desarrolla como persona. No se convierte en lo que “es”, como manifiesta Rhonheimer. Ser hombre y persona tiene que ser atribuido también al feto. Ser un individuo perteneciente a la especie Homo sapiens, implica ser persona y ser hombre. La ley humana puede renunciar al castigo, pero no puede declarar honesto lo que sea contrario al derecho natural, pues un tal oposición basta para que una ley no sea ley.
Agustín Villanueva
Profesor de Deontología Periodística y Comunicación UMH
2011 / 01 / 20
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