HIP HOP Y EL POLITICO CIENTIFICO
Unos amigos, casi como hijos para nosotros, vinieron a casa para darnos una gran alegría. Nos traían unas ecografías de sus nuevos y primeros hijos. Vimos, a los dos meses de ser ya personas, como se movían en sus “sacos”y a uno de ellos, se le intuía sus dotes de jugador de baloncesto, por lo mucho que levantaba uno de sus brazos. Ante la “cultura de la muerte”, esta nueva familia para nosotros nos estaban aportando una “nueva cultura de la vida humana” Una nueva familia que también entienden que es el lugar de la formación de la conciencia, en el que es necesario experimentar y aprender el amor, el espíritu de servicio y las virtudes que llevan a aceptar la vida humana en todos sus estadios y estados como regalo y don, Bienvenidos los nuevos twings.
Pero como la felicidad no es completa, nuestro científico-político o político-científico nos quiere erradicar, como dicen los medios de comunicación, los embarazos en adolescentes con hip hop, y frases como “tronco, yo no corono rollos con bombo. Y en las Cortes Generales, el desfile ante la subcomisión del Congreso para la reforma de la ley del aborto, se esta preparando una nueva ley del aborto hasta un plazo que se mueve entre las 14 y las 18 semanas, o eso parece. Pero resulta tan difícil explicar que la ciencia demuestra que desde el momento de la fecundación ya hay un ser humano, una persona. En el momento de la concepción, millones de espermatozoides se dirigen hacia el óvulo, pero solo unos centenares llegarán hasta la trompa de Falopio, y sólo uno fecundará al óvulo; el espermatozoide tiene una dura tarea: horadar la membrana protectora del óvulo. Al cabo de unas horas de ser fecundado, el óvulo se divide en un cigoto de dos cédulas, luego en uno de cada cuatro y así hasta llegar a un blastocito que consta de un centenar de cédulas: comienza la vida. En la semana cinco, ya se vislumbra el corazón, que ya late; comienzan a desarrollarse rudimentarios vasos sanguíneos; una banda en forma de cresta constituye el tubo neural, y éste recorre el embrión y formará la médula espinal y el cerebro. En la semana ocho, el embrión se convierte en feto, se desarrollan los dedos de las manos y los pies; los ojos son más visibles y aún están separados; empiezan a formarse los párpados, labio superior y la punta de la nariz, y los genitales empiezan a despuntar.
La declaración ante la subcomisión del Congreso de una madre que había abortado fue desgarrador: “Me dejaron con mi hijo troceado”, “Hay falta de información, la información se da mal a conciencia”. La madre abortada tenía en su mano una cajita, cuyo titulo era Touch of life, que enseñaba a los diputados con los fetos desde la séptima semana a la undécima. Como ha escrito Robert Spaemann, en el pasado el aborto era un drama que se realizaba de modo clandestino, hoy no es así. El aborto se ha hecho muy asequible, en modo seguro y fácil, El gran problema de la “liberación” del aborto, convertido hasta en un servicio ordinario de los centros sanitarios, e incluso financiado por los seguros de enfermedad (en España todavía no), consiste en el hecho que, de esta manera, son la sociedad y el estado los que planifican con plena responsabilidad, el asesinato de seres humanos no nacidos: no se trata ya de proteger aquello que notoriamente es un mal, sino de convertirlo en una oferta accesible a cualquiera, con el apoyo del estado. Causar en modo directo la muerte de seres humamos inocente se convierte así, en un medio ordinario y protegido por la ley para resolver conflictos, tan antiguos como la sexualidad humana.
El problema de la “cultura de la muerte”, científico-político, no es simplemente el de un “derrumbamiento moral” de la sociedad, sino sobre todo el efecto de la adquisición de un nuevo poder sobre la vida, entregado de manera accesible por la ciencia moderna. Sólo el respeto de la vida puede fundamentar y garantizar los bienes más preciosos y necesarios de la sociedad, como la democracia y la paz. En efecto, no puede haber verdadera democracia, si no se reconoce la dignidad de cada persona y no se respetan sus derechos. No puede haber siquiera verdadera paz, si no se defiende y promueve la vida.
El no nacido es una persona humana con derecho a la vida, por ello legalizar el aborto significa favorecer, con el apoyo de la autoridad estatal y de la entera sociedad, el debilitamiento del sentido de la justicia. Nos veremos obligados a considerar como no contraria al más elemental sentido de la justicia, la postura de violar el bien de otros, solamente porque de la otra parte no tenemos nada que temer: ni él, ni ningún otro perteneciente a la “clase” de los todavía no nacidos, podrá jamás hacernos pagar nuestra injusticia.
Mis queridos twings, podéis estar tranquilos en vuestras “bolsas” porque tenéis a unos padres que os van a proteger y querer siempre, y además ya tenéis a dos “tíos-abuelos” que os a defender con el cariño y la pluma. Vosotros, y todos los demás, sois seres humanos que debéis ser respetados y tratados como personas desde el instante de vuestra concepción, y el origen de vuestra vida humana tiene su auténtico contexto en el matrimonio y la familia, donde es generada por medio de un acto que expresa el amor recíproco entre el hombre y la mujer. Podéis estar muy felices que vuestros padres, Lili y Alfonso, os han querido desde el inicio de vuestras vidas.
Agustín Villanueva
Profesor de Deontología Periodística y Comunicación UMH
2009 / 10 / 20
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