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Agustín Villanueva

LA LUZ DEL MUNDO Y EL PROSTITUTO

LA LUZ DEL MUNDO Y EL PROSTITUTO

 

 

    Cuando habla el Papa y las “fuerzas” terrenas se disparan, me recuerdo siempre de cómo comienza el Salmo II: Su reinado es sempiterno; y todos los reyes le servirán y le acatarán. ¿Por qué se han amotinado las naciones, y los pueblos meditaron cosas vanas? Se han levantado los reyes de la tierra, y se han reunido los príncipes contra el Señor y contra cristo. Rompamos, dijeron, sus ataduras, y sacudamos lejos de nosotros su yugo…..

    El Papa, como siempre, nos invita en  el libro entrevista “ La Luz del Mundo” a pensar y nos habla de pederastia, abusos sexuales, dimisión, vejez y cansancio, burka, mezquitas en Europa, Islam y el discurso de Ratisbona, futuro del Cristianismo, errores, España, homosexualidad, el sida no se soluciona repartiendo preservativos, etc. El Papa lo que intenta es invitarnos a pensar, y es lo que le dijo David Cameron: Usted, Santidad, nos ha retado al país a sentarnos a pensar, y eso sólo puede ser bueno.

    En el pasaje sobre el preservativo el Papa dice que por si solo no es la solución del problema del sida: Ha surgido, justamente en el ámbito secular, la llamada teoría ABC, que significa: Abstinence- Be faithful - Condom, en la que no se entiende el preservativo solo como vía de escape cuando los otros dos puntos no resultan efectivos. O sea, la mera fijación en el preservativo supone trivializar la sexualidad, y esta trivialización es precisamente el origen de que tantas personas no encuentren ya en la sexualidad la expresión del amor, sino sólo una especie de droga, que se administran a sí mismas. Por eso, la lucha contra la trivialización de la sexualidad forma parte de la lucha por que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer su acción positiva en la totalidad del ser humano.

    El preservativo podría ser un primer paso, dice el Papa, en el buen camino cuando se usa en un ámbito como el de la prostitución masculina en el que pueda ver casos aislados en que este justificado, por ejemplo, cuando un prostituto utiliza un preservativo, lo que puede ser un primer acto de moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia de que no todo esta permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el auténtico modo de abordar la infección por VIH; tal modo ha de consistir realmente en la humanización  de la sexualidad.

    Benedicto XVI en su entrevista nos da audazmente una aportación importante para iluminar y profundizar en una cuestión largamente debatida. Es una aportación original, porque por una parte se atiene con fidelidad a los principios morales y por otra lucidez al rebatir una salida ilusoria como la “confianza en el preservativo”, por otra manifiesta a la vez una mirada comprensiva y prudente, atenta a descubrir los pequeños pasos de una humanidad menudo espiritual y culturalmente muy pobre hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad. El columnista de El Levante, Pablo Cabellos señala que ser hombre es algo grande, un gran desafío, y que la banalidad de dejarse llevar no hace justicia al hombre.

    Ante la pregunta del autor de la entrevista, Peter Seewal, de que si la Iglesia no está por principio en contra de la utilización de preservativos, el Papa contesta, desde luego, la Iglesia no lo considera una solución auténtica y ética. Pero en algún caso pueden ser, en la intención de reducir la infección, un primer paso en un camino hacia otra manera, más humana, de vivir la sexualidad.

    Los del “póntelo, pónselo” transmiten el mensaje de que todo vale siempre que utilices el preservativo. Se desea así el efecto indeseado que los epidemiólogos llaman la “compensación de riesgos” al actuar como si el preservativo fuera la protección total, a menudo se pierden los beneficios asumiendo un riesgo mayor que si uno no lo usara. Así se ha comprobado en diversos países africanos, donde la distribución masiva de condones sin insistir en la reducción del número de parejas sexuales, ha llevado a un aumento de la promiscuidad y del contagio. Lo mismo puede decirse respecto a la escalada de la infección por sexo entre hombres en los países ricos, que según ONUSIDA, se ha convertido en el principal modo de transmisión en USA y en la Unión Europea.

 Kart Popper decía que aún con las mejores intenciones de crear el cielo en la tierra, la utopía sólo consigue crear un infierno; un infierno como sólo el hombre es capaz de construir para sus semejantes.

 

                                             Agustin Villanueva

                                             Profesor Honorífico de Economía Aplicada UMH

                                                       2010 / 11 / 29

 

9 comentarios

Juan J. Sanchez -

Muy lúcido, amigo Agustín. Acabo de regresar de quince días de estancia en Argentina y México y lo que abordas en tu artículo es allín de plena actualidad.

Un abrazo.

Juan José

V.Lazaro -

Me ha gustado. Bastante claro.
Un abrazo.
Valentín

Nuria -

Hola maestro:
lo he recibido; lo que no he tenido tiempo de contestarle; me ha hecho mucha gracia lo del 'prostituto', muy creativo, ja, ja, ja, me he reido un buen rato.
En Orihuela cada vez hay mas trabajo y ahora tenemos que ir los jueces de refuerzo a celebrar juicios un par de dias a Torrevieja; en fin, una locura. Casi sin tiempo para nada.
Espero que este perfectamente recuperado de salud. Un abrazo.

Nuria.-

A.Presencia -

Muchas gracias Agustín por este interesante artículo. Espero que tengamos ocasión de vernos pronto. Un abrazo. Antonio



Julio Calvet -

Querido amigo Agustin: Muchas gracias por tu envio. Un abrazo. Julio Calvet Botella.

F.Conesa -

Gracias por el artículo.

Francisco Conesa

Nicolas Sanchez -

Querido profesor Villanueva:
Como siempre, muchas gracias. Le sigo viendo con la misma clarividencia de siempre.
Un abrazo muy fuerte.
Nicolás.

P.cabellos -

Estupendo, querido Agustín. ¿Cómo están tus piernas? Un fuerte abrazo, Pablo


Victoria Rodriguez -

Muy bueno,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,buenísimo.

Mucha gracias.

Un beso.

Victoria