Lo que un alumno no debe imitar
Estamos en el campus de Orihuela (Las Salesas) de la magnifica UMH, y en la Facultad de Ciencias Políticas y de la Administración. Un entorno precioso, magníficos monumentos, maravillosa ciudad, etc. Pero donde nuestros alumnos pueden no encontrar lo que sus buenos profesores les están enseñando en cuanto a la vida política de aquella ciudad, de la de nuestra provincia, y de lo que esta ocurriendo en nuestro país. ¡Maestro! Qué es lo que tenemos que hacer entonces, pues mis buenos alumnos todo lo contrario a lo que están haciendo la gran mayoría de nuestros políticos. Alguna persona, cuyo nombre no puedo recordar, dijo que la política, para ser una fuerza positiva en pro del bien público tiene que tener tres cosas: un sólido código moral que regule sus acciones públicas, un amplio conocimiento de nuestras instituciones y tradiciones, una preparación especifica en los problemas técnicos del gobierno, y finalmente, atractivo político, el don de ganarse la confianza y el apoyo públicos. El hecho de se vote a un partido, como dice Julián Marías, no a personas, y tal como el partido dispone, en orden que determina el resultado y sin posibilidad siquiera de supresión, es ya una corrupción de la democracia. La democracia necesita demócratas. La democracia es una forma de vida, pero son necesarias dos condiciones fundamentales: la sociedad civil y el imperio de la Ley.
En política, mis buenos alumnos, las butacas de platea son muy diferentes de las sillas de gallinero. Gobernar no es sólo cosa de razón pública, de análisis y de choques ideológicos. En realidad intervienen la fuerza bruta de los caracteres, la desvergüenza del amor propio hipertrofiado, el afán de poder puro y desnudo. La política es el arte de inculpar al inocente y de premiar al culpable. La política es el campo que se organiza bajo la democracia, o sea, bajo el poder de los ciudadanos. La política es el lugar de los ciudadanos, que opinan, participan y deciden. El fin del poder político es la libertad. Para el verdadero liberal la libertad es siempre un fin, nunca un medio.
La política es filosofía en acción. La conducta ética exige la coherencia con los propios principios. La libertad significa la seguridad de que estoy protegido cuando hago lo que creo que debo hacer en contra de la presión de la autoridad, la mayoría, la costumbre o la opinión. Y es en la conciencia donde esta libertad reside. El respeto hacia la conciencia es el germen de toda la libertad civil. El mejor criterio para juzgar si un país es realmente libre es el grado de seguridad que gozan las minorías. La esencia de la democracia, consiste en no obedecer a ningún amo fuera de la Ley.
En los procesos de selección para los altos cargos políticos es muy probable que tiendan a escogerse no a los mejores sino a los más ambiciosos. Esto nos lleva, mis buenos alumnos, a los partidos políticos, a la personalización del poder, a la divinización del poder, a la oligarquía de la dirección de un partido, al jefe omnisciente, omnipotente, infalible, infinitamente bueno y sabio, a los monarcas-sabios,… Un partido, y así nos los describe Tocqueville, el gran maestro, es un conjunto de hombres que, sin compartir el mismo vínculo de un mismo nacimiento común, consideran de una cierta manera unos puntos determinados. Llamo grandes partidos a aquellos que se adhieren a los principios más que a sus consecuencias, a las generalidades y no a los casos particulares, a las ideas y no a los hombres. Los pequeños partidos carecen generalmente de fe política, su carácter está impregnado de un egoísmo que parece ostensiblemente en cada uno de sus actos (y eso que Tocqueville seguramente no conocía a los partidos nacionalistas o a los social nacionalistas); se irritan siempre fácilmente y su lenguaje es violento, pero su manera de proceder es tímida e incierta; los medios que emplean son miserables, como el mismo fin que se proponen. Los grandes partidos desquician a la sociedad, los pequeños la agitan. Unos la destrozan y otros la envilecen; unos y otros tienen, sin embargo, un rasgo común: para llegar a sus fines casi nunca emplean medios que apruebe completamente la conciencia. Hay personas honradas en casi todos los partidos, pero se puede decir que no hay partido al que se deba calificar de persona honesta, los primero a veces la salvan al trastornarla, los segundos la perturban siempre sin provecho.
No podemos entrar en planteamientos que nos conduzcan a la nada: “es que soy feminista y rojo(año 2005, siglo XXI)”, “es que soy mucho más de izquierdas de lo que la gente cree”; los hombres se casan entre sí; los delitos son distintos según el sexo de quien los cometa; Cataluña está a punto de autoproclamarse “nación”; el Tribunal Supremo lleva camino de partirse en 17 trozos; a través de Barca me entero que Valencia y Las Baleares son o serán los Países Catalanes; la utopía es el motor de los cambios en el mundo; “el pesebrismo político necesita tener en su mano los controles fiscales y administrativos, pero también la Justicia que no dé sustos”; militantes de un mismo partido contra militantes de un mismo partido; un 16 por ciento de votantes son los mayoritarios del resto de los votantes de nuestro país; “ teorético y patético”. Mis jóvenes alumnos las cabezas no andan bien, aquí lo único que nos queda, por ahora, es sobrevivir.
Mientras la mayoría siga mirando a otro lado, o incluso pasando de largo. Ciando a su lado se produzca un acto delictivo, seguirá reinando como dice Ralf Dahrendorf, la anomia, y detrás de ella la dictadura. La anomia, la indiferencia y la arbitrariedad de toda acción humana conduce a un mundo en el que el hombre es un lobo para el hombre. Nada es más sintomático de la desintegración social que el constante sentimiento de amenaza.
Agustín Villanueva
Profesor Honorífico de Economía Aplicada UMH
2005/ 10 / 03
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Angel bueno -