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Agustín Villanueva

LOS PROFESORES Y LA ACADEMIA

                                      LOS  PROFESORES Y LA ACADEMIA

    Cosas, Procosas y Gentes. En un reciente artículo, habíamos hablado sobre las Academias alicantinas, y hoy lo vamos hacer acerca de la Academia y de los profesores. De los magníficos profesores, de los del cinismo, de los del victimismo, y de los sufridores estudiantes. En Alicante tenemos muchos Areópagos; o sea, ese lugar donde se reunía lo más granado de la intelectualidad, de un gran centro de ciencia, de arte, de cultura y comunicación. Pero a veces en algunos aerópagos reina una gran confusión, porque en medio de la oscuridad es difícil caminar sin tropezar o desorientarse y cuesta discernir lo verdadero de lo falso, lo que representa un bien de lo que constituye una amenaza.

    Quienes buscan sinceramente la verdad, la encuentran siempre. Pero una vez encontrada no es posible detenerse: la verdad compromete. La condición humana encierra la grandeza y la miseria de poder decidir libremente si acepta o rechaza la verdad que ha encontrado. Porque no siempre son agradables los hallazgos de entendimiento: algunas verdades son duras; otras entorpecen proyectos personales menos rectos; no faltan situaciones en lo que adherirse a la verdad limita la eficacia técnica de la propia actuación. Por ello, los que dirigen la Academia deben estar alerta, para combatir esta peste, estos falsos profetas que se acercan a vosotros con piel de ovejas, y por dentro son lobos rapaces. Un adagio latino dice que la gota agujerea la piedra a fuerza de caer. J. Benthan en las falacias sobre las descalificaciones personales, o sea, At odium, dice que las falacias de las descalificaciones son: imputación de malos propósitos, imputación de mala condición, imputación de malos motivos, imputación de inconsecuencia, imputación de vínculos sospechosos e imputación fundada en la identidad de nombre. Es la alta estructura de la Academia la que debe juzgar, no admitir el que quien calla otorga, porque la carga de la prueba corresponde a quien acusa o afirma. El derecho del honor es muy importante, ya Santo Tomás decía que quien despoja a otro de la buena fama es ocasionalmente un homicida, por cuanto con sus palabras da a otro ocasión para odiar o despreciar al prójimo.

    A veces hay que responder al mal con la fuerza, desde el comienzo sin dejar que crezca demasiado. Cuanto más tarde se le haga frente, más difícil resultará y más sufrimientos costarán. José Luis Sampedro, mágnifico catedrático, escritor y profesor mío in aeternum, decía que los cánceres con aspirinas no se curan. Además en un Aerópago tan joven como la Academia de Elche y sus campus, lo que le hace falta son muchas “vitaminas” y menos enredadores, sobre todo en alguno que tienen que utilizar la pluma, de poder. Siempre sucede lo mismo, el envidioso ve esturiones en un estanque de truchas. En nuestros Areópagos, nadie está en funciones, si se sabe mandar, hay que mandar, y saber que en la Academia deben estar los mejores. Menos endogamia, menos peso de los políticos, menos asesores, menos comisiones de servicios, menos huelgas inducidas, menos “unamunos”, menos departamentos vitalicios, y más autonomía universitaria. De lo contrario, el legado será menos Academia, y eso, amigos, eso si que no.

    En un artículo de Julián Marías: “Lo que se lleva dentro”, dice que no es fácil acertar. El criterio más seguro es fijar la atención en el núcleo decisivo, aquello  que es el más profundo origen de ese difícil y problemático acierto: la fidelidad a la verdad o la predilección por el error. Lo que decide es la verdad o la fórmula personal del error, es decir la mentira, el error elegido. No es fácil calcular el número real, y la significación de las decepciones, porque ahí interviene otra magnitud decisiva: la tenacidad con que el hombre se adhiere a las tomas de posición de presunta justificación ideológica. Una vez tomada una posición que se refuta racional, cuesta gran esfuerzo la rectificación, porque representa el reconocimiento de un error, no sólo personal, sino la descalificación de una tesis a la cual se ha adherido, no como una idea sujeta a crítica y examen, sino una creencia que se ha hecho propia por motivos que poco o nada tienen que ver con la inteligencia y la razón. Sólo las raíces morales de la inteligencia, garantizan el recto funcionamiento de ésta.

    El saber tiene que demostrarse a cada paso, y lo que hay que saber cambia cada día. ¡Y creerán ustedes que es cosa  fácil hacer una Universidad, una buena Academia!. Continuemos creando Universidades, ya podemos decir, en cada puerta un…..Universidad. En vez del ahorro, toca el gasto.

                                         Agustín Villanueva. Profesor Honorifico de la UMH 2012/11/06

 

 

 

 

4 comentarios

Ramon Sancho -

Agustin .-Ahora si lo he recibido.He sido profesor durante 14
años de la facultad de Medicina (antes CEU)de Alicante y me limite a cumplir mi deber de enseñar no quise meterme en la politica entre comillas ,docente ,porque no me gusto la manera de asaltar las catedras por grupos de afiliados con fines "non santos".No me he arrepentido de mi conducta .No me ha gustado nunca el Arrivismo.Lo que me 3expones en tu correo lo entiendo perfectamente.Un abrazo
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Francesc i Tortosa -

Estimado Agustín,
Este me ha gustado mucho.
Francesc

Nuria Jurado -

Gracias Agustín:

muy buen artículo; como siempre me encantan sus finales;
qué razón tiene con los cambios diarios. Un abrazo y feliz fin de semana.

Nuria


Carlos Navas -

Gracias por el artículo, Agustín. Lamentablemente, estoy convencido de que la cosa va a seguir yendo de mal en peor...

Aprovecho para preguntarte si sabes cuándo quieres que vaya de nuevo al programa: tengo un par de compromisos que me han pedido quedar los martes de finales de mes y de momento les he dicho que no hasta saber cuándo querías contar conmigo.

Un fuerte abrazo.

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C.J. Navas