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Agustín Villanueva

SOLO DIOS ES PARA SIEMPRE

                                    SOLO DIOS ES PARA SIEMPRE

                 EDITORIAL DE “COLOQUIOS EN LIBERTAD “

                              esRadio Elche 103.7

 

    “Me falta rigor para seguir”. Benedicto XVI es una Papa humilde, sencillos, profundamente inteligente que ha dado a conocer el Evangelio con gran profundidad teológica pero también con gran sensibilidad. El gesto del Papa es de una humildad heroica. Como decía Santa Teresa la humildad era la verdad. El Papa no tiene el vigor suficiente para ser pastor de la Iglesia universal, y como decía el mismo, está en un mundo en plena transformación, sacudido por cuestiones de mucha importancia para la fe, y el Papa siente que ya no tienen el pulso firme para llevar el timón.

    Benedicto XVI en una declaración a un periodista alemán que entendía como derecho – y a veces deber- que el Papa dimitiera cuando piense que no se encuentra capaz física, mental o espiritualmente para desarrollar sus obligaciones. El Papa ha ponderado, en la presencia de Dios, que era el memento de dejar pasar paso a alguien más joven y con mayores reservas físicas para asumir el enorme peso del pontificado. El Papa, así nos dice Rafael Navarro-Valls, ha manifestado que “he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino” y que “mi vigor ha disminuido de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”. En su  decisión ha ocurrido las dos circunstancias que el Derecho canónigo exige para la validez de la renuncia: libertad y manifestación formal de la decisión. La decisión del Papa es digna de respeto y honra a uno de los Papas de mayor peso intelectual que ha tenido la Iglesia católica.

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   Benedicto XVI en su discurso en el Parlamento Federal Alemán, manifestó que desde su responsabilidad internacional quisiera proponerle algunas consideraciones sobre los fundamentos del estado liberal de derecho. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. La política debe ser un compromiso por la justicia, y el político buscara el éxito, pero la justicia está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. ¿Quita el derecho y, entonces que distingue el Estado de una banda de bandidos? Hemos de abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo. Es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales el juego de la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta.

    ¿Cómo se reconoce lo justo? En la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados de modo religioso: sobre la base de una referencia a la voluntad divina, se decide aquello que es justo entre los hombres. Es necesario reconocer “los inviolable e inalienables derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana. La base de la convicción de la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la responsabilidad de los hombres por su conducta. La cultura del Estado nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma; del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico.

    Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Juventud, nos decía: NO OS AVERGONCÉIS DEL SEÑOR. San Pablo afirmaba: dejando atrás lo pasado, tiendo a lo que me espera. Renunciar a ser Papa es tan difícil como ser mártir. Gracias Benedicto XI por su labor, por sus Encíclicas, por amor a Dios y a todos nosotros, y por el AÑO DE LA FE, que es realmente en lo que tenemos que pensar y rezar. Dejemos ahora al Espíritu Santo que nos ilumine a todos, y los cardenales, que sigan el camino de Dios.

                                   Agustín Villanueva

                              Director de “Coloquios en Libertad”

 

2 comentarios

Esther Toranzo -

Agustín, es secillamente precioso.
Gracias a Dios por tu trabajo Esther

Ramon Sancho -

Agustiin.-He leido tu ultimo envio sobre Benedicto XVI y me ha gustado mucho.Te felicito.Un abrzo
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